14. ANIMALES KRYPTONIANOS QUE SOBREVIVIERON.

       

El otro perro que se salvó fue debido a circunstancias más retorcidas. Una de las gamberradas del ya conocido Dev-Em fue manipular los controles de un laboratorio donde se hacían experimentos mutando animales. Debido a esa alteración, un Morlak, que inicialmente era una especie de pequeño unicornio, quedó convertido en un perro de carácter malévolo que además podía alterar su forma. Cuando los empleados del laboratorio vieron al monstruo resultante, lo enviaron al espacio en animación suspendida al considerarlo peligroso. Como no podía ser de otra forma, su cápsula aterrizó en la Tierra, donde se hizo pasar por Krypto, provocando a Superboy horribles pesadillas con sus poderes telepáticos. Cuando Clark finalmente se dio cuenta de lo que ocurría, envió a su mascota impostor a la Zona Fantasma (Superboy #128, publicado por Novaro en Supermán #649 aunque inédito en España por pertenecer a la época prohibida).

Un fenómeno muy curioso en el planeta Krypton era que algunos de sus especies de monos eran muy semejantes a las terrestres, pero no exactamente iguales. Tango gorilas como chimpancés son de un tamaño superior a los de nuestro mundo. El único gorila en salvarse en realidad no era tal, sino un sabio que quiso probar una máquina evolutiva que él mismo había inventado. Pero funcionó exactamente al revés de lo previsto, el científico involucionó convirtiéndose en primate. Esto como vemos entra en contradicción con la historia de Kryp y Tonn. Si el hombre volvió atrás en la evolución, todo apunta a que la leyenda era pura invención. Su compañero de laboratorio estaba demasiado preocupado para detenerse en estas consideraciones. Tratando de ayudarle, pensó que una exposición a los rayos cósmicos le podría devolver a la normalidad, de modo que le introdujo en una nave y lo mandó al espacio. El remedio no funcionó, y encima la explosión de Krypton impidió su regreso. Cuando el antropoide llegó a (¿hace falta decirlo?) la Tierra, Superman se encontró con un gorila más grande de lo normal y con sus mismos poderes que sólo sabía sembrar la destrucción. Tras una de las peleas más duras de su vida, Clark empezó a perder fuerzas, comprendiendo que era imposible derrotar al simio kryptoniano del mismo modo que un gorila terrestre siempre tiene más fuerza que un hombre normal. A causa de un terremoto originado por la brutal batalla, se abrió una brecha en la tierra apareciendo kryptonita. Y el letal mineral sí devolvió al sabio a su estado normal, quien apresuradamente explicó su historia a Superman antes de morir (Action Comics # 238, reeditado en Giant Superman Annual #7, y publicado por Novaro en cuatro ocasiones, en Supermán #199, en Supermán Extra Abril 1964, en Supermán Librocómic #IV y en Supermán Tomo Extra 2).

       

Aún quedaban en Krypton algunas cabezas inteligentes que creyeron en las predicciones de Jor-El. Dos científicos amigos suyos, que tenían como mascotas a cuatro monos, utilizaron a sus simios para probar cohetes que les permitieran salvarse. Pero el tiempo se les echó encima y Krypton estalló mientras cada de una de las cuatro naves iba en diferentes direcciones. Sólo uno de ellos llegó a la Tierra, siendo adoptado por unos chimpancés africanos. Los efectos del sol amarillo funcionan de diferente forma según la especie de antropoide. Ya hemos visto que un gorila tiene todos los poderes de Superman pero no aumenta su inteligencia. Un chimpancé en cambio sólo es superfuerte e invulnerable, no puede volar, pero a cambio aumenta su raciocinio hasta el punto en que logra incluso hablar. Debido a su tamaño superior al de un chimpancé terrestre, algunos hombres le toman por un gorila. Durante años el mono se dedica a usar sus poderes para ayudar a los animales de África, hasta que al enfrentarse con unos cazadores ilegales cruza su camino con el de Superman. Lo que hace Clark al final de la aventura no tiene ningún sentido. Ayuda al simio a buscar a sus familiares desperdigados, pero en vez de quedarse con ellos y contar así con unos ayudantes de lujo, los deja en otro planeta. Y encima, ellos se lo agradecen (Action Comics # 218, publicado por Novaro en Supermán #137 y en Supermán Librocómic #XXXI).

       

El último de los seis primates fue el felizmente olvidado Beppo el Supermono. En este caso es de una especie parecida al macaco. Se trataba de uno de los animales que utilizaba Jor-El para sus experimentos, el monito se coló en la nave de Kal poco antes de su lanzamiento sin que nadie se diera cuenta. Tampoco el niño percibió su presencia a lo largo del viaje a la Tierra, debió de esconderse muy bien. Salió del cohete siendo igualmente inadvertido y estuvo una temporada en África. El efecto de los superpoderes en los macacos kryptonianos es semejante al de los perros como Krypto. Tiene exactamente los mismos poderes que un hombre, y aumenta su inteligencia aunque sin llegar a poder a hablar. Pero un mono siempre es un mono, y cuando regresa con Superbaby comete una serie de desaguisados que solo perjudican al niño (Superboy #76, reeditado en Giant Superman Annual #5, y publicado por Novaro en Supermán #260 y en Supermán Extra Mayo 1963). Asustado por unos fuegos artificiales, huirá de la Tierra. Tardaría años en volver, y terminó uniéndose a la Legión de Supermascotas, junto a Krypto, Comet el Supercaballo y Streaky el Supergato. De estos dos últimos no diremos nada porque no son kryptonianos.

Introducción       1. El Krypton de Tierra-2       2. El Jor-El de Tierra 2       3. Historia del Krypton de Tierra-1       4. La familia El y la historia de Krypton. Parte 1       5. La familia El y la historia de Krypton. Parte 2       6. Primeras actividades de Jor-El       7. "Superman's Return To Krypton"       8. Secuelas de "Superman's Return To Krypton"       9. Los exiliados de la Zona fantasma       10. Los misterios de la Zona Fantasma       11. Jor-El continúa sus trabajos       12. El final se aproxima       13. Otros héroes kryptonianos       14. Animales kryptonianos que sobrevivieron       15. ¿Se pudo salvar Krypton?       16. Después de la explosión       17. La segunda vida de Krypton