12. EL FINAL SE APROXIMA.
La vida continuaba su transcurso normal en Krypton sin que nadie se creyera la catástrofe que se venía encima. Y sin que nadie fuera consciente de que habían sufrido un nuevo intento de invasión alienígena. Sin duda los agresores podrían haber sido repelidos con mucha más facilidad que los Vrangs, y además eran muy inferiores en número y contaban con una sola nave. Pero, simplemente, nadie llegó a enterarse. Jor-El había inventado una máquina capaz de neutralizar la gravedad, pero sus efectos duraban muy poco. Lo suficiente para que el bebé Kal activara el ingenio mientras su padre dormía la siesta, y sin entender muy bien lo que le sucedía, se fuera volando por la ventana. Seguido por su fiel Krypto, que también recibió una dosis de rayos del artefacto. Recordemos que en aquellos años algunos de los poderes de Superman procedían del sol amarillo (la visión calorífica, por ejemplo) y otros de la gravedad más ligera de la Tierra. Y lo que le ocurre al futuro Clark es ni más ni menos que adquiere vuelo y superfuerza como si se encontrara en nuestro mundo. Casualmente va a parar a una zona despoblada donde acaba de aterrizar el platillo de los aliens, y éstos, al ver de lo que son capaces un niño y un perrito, salen huyendo de nuevo al espacio. Fue la primera vez que Kal actuó de Superbaby, y salvó así a su mundo del enfrentamiento sin que nadie lo supiera y sin que él mismo fuera consciente de ello, pues en todo momento creía estar jugando con los invasores (Superboy #83, reeditado en Giant Superman Annual #5 y publicado por Novaro en Supermán #296 y en Supermán Extra Mayo 1963).
Brainiac debió de comprender que Krypton no era un mundo cualquiera. Después del robo de Kandor continuó espiando los acontecimientos que iban sucediendo. Al tener noticia de un nuevo descubrimiento de Jor-El que le podría ser útil, envió una nave con dos esbirros a raptar al pequeño Kal para obtener el misterioso invento como rescate. Pero resultó que el planeta que el villano utilizaba en ese momento como cuartel general orbitaba un sol amarillo. Fue tal la devastación que causó el niño en tan solo unas horas, que Brainiac no tuvo más remedio que devolver a Krypton al monstruito, sin que Jor y Lara llegaran a enterarse siquiera del secuestro (Superboy #106, reeditado en Superman In The Sixties y publicado por Novaro en Supermán #451). Cuando Superman y Brainiac volvieron a encontrarse habían pasado más de 20 años y no se reconocieron entre ellos (Action Comics #242, como ya hemos dicho anteriormente reeditado varias veces, entre otras en Giant Superman Annual #2, en Giant G60 Superman #217, en Superman: From the '30s to the '80s, en Superman In The Fifties, en Superman: A Celebration of 75 Years, y en Action Comics: 80 Years Of Superman, y publicado por Novaro en Supermán #211, en Supermán Extra Agosto 1962 y en Supermán Librocómic #VIII, y por ECC en Action Comics: 80 Años de Superman).
Aunque al principio de nacer su hijo Jor-El llevaba una vida normal dentro de lo posible, a medida que comprendía que se agotaba el tiempo, tuvo que volcarse más y más en conseguir al menos salvar al niño. Según pudimos ver en World Of Krypton, se dio cuenta de que un fragmento de la nave alienígena que pilotaba cuando fue colisionado por el misil de Jax-Ur todavía seguía en órbita sobre Krypton. No le costó mucho descubrir dónde y cuándo terminaría cayendo sobre la superficie del planeta. Fue a estrellarse en medio de Jungla Escarlata. La misma de la que procedía el hongo que envenenaba a Superman en la aventura conjunta con La Cosa Del Pantano, escrita por Alan Moore (DC Comics Presents #85, que, como todas las historias de este guionista, ha sido reeditada un montón de veces). Después de desembarazarse de un agente del Consejo Científico que le vigila por si incumple la prohibición de trabajar en vuelos espaciales, Jor localiza el ingenio. Gracias a sus inventos anti-gravedad se lo lleva sin ninguna dificultad a su laboratorio. Y el estudio de la tecnología alienígena le permitirá perfeccionar a su vez sus propios trabajos en la construcción de naves, ya hemos visto que había fabricado varias. Pero, al igual que le ocurrirá a su hijo Kal más de 20 años más tarde, Jor ha contraído la fiebre de la Jungla Escarlata. Si a eso sumamos que lleva varios días trabajando sin descanso y sin dormir, su debilidad es extrema. En este momento los criminales de la Zona Fantasma se concentran y consiguen ejercer control mental sobre el agotado Jor-El. Y le ordenan que les libere con su proyector. Sólo la intervención de Lara logra impedirlo. Después de unos cuantos días de curación y recuperación, el Consejo da a Jor la orden de hacer desaparecer las famosas armas de Kru-El. Y cuando va a enviarlas al espacio, Jor-El mete también en la caja su proyector de la Zona Fantasma, para evitar que los villanos puedan volver a forzarle en un futuro. Como vemos, la peligrosa caja que encontró años después Superboy tenía detrás una extensa historia. Además de en World Of Krypton, estos sucesos se recordaron en Phantom Zone y en DC Comics Presents #97. Pero con una absurda e innecesaria diferencia de matiz, pues se afirmaba que había sido el Consejo Científico quien había ordenado a Jor-El deshacerse de su proyector. Una verdadera ridiculez, puesto que Jor-El podía volver a fabricar proyectores cuando quisiera.
Cuando apenas quedaban unas escasas semanas para la destrucción de Krypton tuvo lugar la llegada del famoso Lar Grand del planeta Daxam, también conocido por todos bajo el nombre de Mon-El. Inicialmente, su historia era una poca disimulada copia de la de Halk Kar de Thoron, de quien ya hemos hablado en los capítulos que trataban de Tierra-2. En su primera aparición (Superboy #89, reeditado en Giant G22 Superboy #129, y publicado por Novaro en Supermán #337), una avería le obligaba a efectuar un aterrizaje forzoso y Jor-El le ayudaba a reparar su nave. Durante esos días se forjó un cariño mutuo con el matrimonio El, y ellos le apremiaron a abandonar el planeta cuanto antes ante la proximidad de la explosión. Sin embargo, en World Of Krypton Paul Kupperberg alteró innecesariamente la historia. Según esta segunda versión, el cohete de Lar no tenía defecto alguno, y pudo volver a despegar en unos minutos, pues dada la prohibición que pesaba en Krypton de realizar viajes espaciales, Jor-El le advirtió que era muy probable que las autoridades no le permitieran abandonar el planeta. La policía apareció cuando Lar Grand ya estaba despegando. De cualquier modo, Jor le recomendó que fuera también a la Tierra, dándole por escrito unas indicaciones con la ruta que iba a seguir su hijo. En los dos casos la narración confluye en lo esencial. El daxamita quedó hibernado, y al llegar a la Tierra años después había perdido la memoria. Cuando fue localizado por Superboy, al ver las anotaciones de su padre pensó que al hablar de su hijo se refería al muchacho del cohete. Dado que el chico es un poco mayor que él, Clark cree que pudo ser enviado a la Tierra antes que él y que por eso no lo recuerda. Lo sucedido después es bien conocido. Kal bautiza a su supuesto hermano como Mon-El pero una exposición al plomo hace que éste recupere la memoria y que todo se aclare. El efecto del plomo es más letal para los daxamitas que la propia kryptonita para los kryptonianos, y viendo que su muerte es cuestión de minutos, Superboy no encuentra otro medio de mantenerle con vida que enviarlo a la Zona Fantasma. El buen Lar continuaría durante años demostrando su fidelidad y valentía espiando a los criminales con los que compartía encierro, boicoteando sus planes siempre que pudo, o advirtiendo a Superman o a Supergirl de los proyectos que tramaban. Un milenio más tarde se encontrará una cura gracias a la Legión De Superhéroes. De forma inexplicable, nunca dejó de utilizar el falso nombre de Mon-El.
Uno de los pocos que creyeron en Jor-El y no llegaron a tiempo a la evacuación organizada en Kandor fue un tal Hil-Ra. Este individuo envió al espacio una especie de platillo volante robotizado con la misión de explorar un mundo donde poder trasladar a la población kryptoniana. El proyecto de Hil hacía aguas por todas partes, porque ya hemos visto que no había en todo el planeta naves capaces de viajar al espacio, de modo que menos todavía se podía llevar a cabo semejante emigración a gran escala. Apenas despegado, el androide-nave captó la destrucción de Krypton, y al no tener contemplada esa posibilidad, siguió con su función original. Cuando (¡sí, también!) llegó a la Tierra, se pudo comprobar que, además de poco inteligente, Hil-Ra debía de ser un completo psicópata o programó mal a su explorador. Porque el ingenio tenía la intención de destruir toda la vida animada de nuestro planeta para que no se mezclara con la raza kryptoniana. Cuando Superboy intentó detenerle, el colonizador robótico enloqueció completamente, pues le resultaba inconcebible que alguien nacido en Krypton se opusiera a sus “sensatos” planes. Considerándolo un traidor, matar al Chico de Acero se convirtió en su objetivo prioritario. A Clark le costó mucho hacerle frente, porque el sol amarillo también hacía prácticamente invulnerable al explorador, y además sus radiaciones averiaron el proyector de la Zona Fantasma, pero finalmente pudo destruirlo (Superman Family #191, publicado en España por Editora Valenciana en Colosos del Comic. La Familia Superman #2).
Otro visitante inesperado fue el mismo Jimmy Olsen, que llegó al planeta de forma totalmente involuntaria. Apenas llegado a Metrópolis, y sin conocer todavía a Superman, el jovencísimo aspirante a reportero se presentó voluntario para probar una máquina del tiempo experimental que viajaría más de 20 años al pasado. Y como nuestro sistema solar se desplaza por el espacio, da la casualidad de que nos encontramos en el mismo lugar donde décadas antes se encontraba Krypton. Gracias a que ha leído un libro de Lois acerca del Hombre de Acero, Jimmy conoce el alfabeto kryptoniano, y no debía ser una lengua muy diferente del inglés, porque podía comprender su significado. Gracias a un cinturón antigravedad, puede resistir bastante bien la diferencia de masa con la Tierra. Ocultando su procedencia, Olsen se ofrece como canguro de los El, e incluso les ayuda cuando la policía intenta detener a Jor, pues cada vez es más evidente para las autoridades que está trabajando para incumplir la prohibición de viajar al espacio. Ellos ya habían coincidido anteriormente con él, en una historia que ya mencionamos al hablar de “Superman´s Return To Krypton”, y sobre la que volveremos más adelante. Pero cuando viajó en esa segunda ocasión era unos años mayor, y por tanto no le reconocen. Bruscamente empieza la explosión del planeta, y Jimmy tiene el tiempo justo de llegar a su cápsula y regresar a la Tierra, siendo testigo que cómo la nave de Kal abandona Krypton. El viaje temporal le trastorna provocándole amnesia, con lo cual el inventor de la máquina piensa que no ha llegado a funcionar. Pero Superman no ha olvidado a su canguro, y cuando le encuentra en Metrópolis le consigue trabajo en el Planet, le regala su reloj de señales y le cuenta la historia que el muchacho ha olvidado (Jimmy Olsen #36, reeditado en Giant Superman Annual #5 y publicado por Novaro en Supermán #242 y en Supermán Extra Mayo 1963). El joven Olsen no podía imaginar que, como acabamos de decir, años más tarde volvería de nuevo a Krypton, esta vez de forma consciente y deliberada, pero iría a parar a puntos temporales anteriores (Jimmy Olsen #101, publicado por Novaro en Supermán #694, inédito en España por pertenecer a los años prohibidos).
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Texto de Nacho Jordan, formato de Mariano Bayona (2019)
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