11. JOR-EL CONTINUA SUS TRABAJOS.
Jor-El podría parecer un majadero por traer a la vida un hijo sabiendo que su planeta iba a ser destruido. Pero él siempre confió en poder convencer a la población de lo que se avecinaba, y con el nacimiento de Kal sus esfuerzos se dirigieron en una doble dirección. Por un lado, había que conseguir que los habitantes de Krypton comprendieran lo que se les venía encima, pero al mismo tiempo en caso de no lograrlo tenía un plan alternativo para escapar por su cuenta, o al menos conseguir que se salvara el niño.
Ya hemos visto que desde hacía varios años la Tierra era objeto del estudio de Jor-El, sabiendo que para un kryptoniano no podría haber mejor lugar para vivir. En el transcurso de sus investigaciones intentó ponerse en contacto por radio con algún habitante de nuestro mundo, y consiguió comunicarse con el profesor William Enders (rebautizado como Nicher, en la versión Novaro) un joven y prometedor astrónomo. Siguiendo las instrucciones de Jor-El, el profesor construyó un transmisor de materia que le permitió ser teleportado a Krypton. Durante unos días los dos hombres de ciencia compartieron sus conocimientos y entre ellos se afianzó una sólida amistad. La estancia de William tuvo que ser breve, porque la fuerte gravedad kryptoniana consumía sus fuerzas. Muy contento de haber conocido a la familia El, el profesor es teleportado de nuevo a la Tierra, esperando volver a verles pronto. Pero meses después desde un telescopio contempla con horror la destrucción de Krypton, y la ausencia de noticias de sus amigos le hace ver claro que no han podido escapar a tiempo. él no pudo saberlo, pero las radiaciones del núcleo del planeta averiaron las máquinas teleportadoras impidiendo que los El las utilizaran para huir. Años después al saber de la existencia de Superboy, al ver su parecido con Jor-El comprende que es el mismo niño que conoció cuando era un bebé. Viéndole feliz y resultando evidente que tiene una familia adoptiva, prefiere no entrometerse en la vida de Kal. Dos décadas después Enders escribe un libro sobre Krypton. Los datos son tan rigurosamente exactos que llaman la atención de Clark, quien al leer el diario del profesor y ver las fotografías que conserva, en las que él mismo aparece junto a sus padres, averigua la verdad. Tras vencer sin esfuerzo a unos gangsters que pretendían aprovecharse del transmisor de materia, Superman declara públicamente en el Planet que todo lo que dice el libro es cierto, aumentando la reputación científica del astrónomo que fue tan amigo de su padre Superman #77, publicado por Novaro en Supermán #8, en Supermán Librocómic #VII y en Supermán Extra Tomo2). El personaje ofrecía tremendas posibilidades, pero el profesor Enders-Nicher nunca volvió a aparecer. Sin embargo, gran parte de la historia fue copiada en uno de los capítulos de la serie televisiva de George Reeves. Concretamente el episodio 9 de la temporada 5, titulado "The Phony Alibi". No aparecía Enders-Nicher, pero sí otro científico que inventaba un aparato teleportador que también era utilizado por unos maleantes.
Aunque para copia la que vino unos pocos años después, además de una forma totalmente descarada. Pues apareció redibujada una historia casi idéntica, con diferencias mínimas, en la que a William Enders se le cambiaba el nombre por el de Amos Dunn (Action Comics #281, reeditada en Superman #212 y publicada por Novaro en Supermán #368). Incluso la portada era sospechosamente parecida a la original. Si damos la aventura por válida, Jor-El se trajo de la Tierra a Krypton mediante su aparato teleportador a dos científicos distintos con pocos meses de diferencia.
Jor-El no envió a su hijo a la Tierra a ciegas. Anteriormente utilizó varios cohetes de prueba. Fabricó también un robot para que pilotara estas primeras naves. No se complicó mucho y prácticamente copió el diseño de Metallo, de quien ya hemos hablado, y le bautizó como Metalman (Rometal en la versión Novaro). En el primer vuelo pudo transmitir a su amo Jor los fallos que detectaba en el cohete, pero perdió el control del aparato y se estrelló en un asteroide. Sin posibilidad de reparar la destrozada nave y sin que Jor-El pudiera rescatarle, permaneció desesperado en el pequeño planeta hasta que por casualidad Superboy fue a parar allí. La alegría por el reencuentro con el bebé que conoció en el laboratorio de su creador le duró al androide muy poco. Al igual que en la aventura con Metallo, el asteroide está cubierto por kryptonita que desciende paulatinamente. Ambas historias son tan parecidas que se pueden considerar una copia la una de la otra. A diferencia del otro robot, Metalman es inmune a la kryptonita y carece de poderes. También se sacrifica por Superboy, se autodestruye para que el Chico de Acero pueda utilizar el plomo de su interior para cubrirse y escapar del planetoide (Adventure Cómics #276, publicado por Novaro en Supermán #309). Es bastante extraño que Superboy no recordara a Metallo ni percibiera la gran semejanza entre los dos androides.
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Metalman no fue el único robot que construyó Jor-El ni el único que escapó a la destrucción del planeta. La educación en Krypton estaba a cargo de potentes cerebros electrónicos montados en cuerpos metálicos. Siempre previsor, Jor comprendió que era probable que no pudiera convencer al resto de la población de lo que iba a suceder, y que sólo escaparían él y su familia. De modo que construyó personalmente uno de estos robots maestros, casi idéntico a los muchos que ya existían, pero con algunas mejoras, con la intención de que una vez en la Tierra se encargase de la enseñanza de Kal. Por supuesto no tuvo tiempo de fabricar una nave para todos y se vio obligado a salvar únicamente al niño. El cuerpo metálico del androide resistió la explosión, y tiempo después las radiaciones de un cometa reactivaron sus circuitos cuando se encontraba a la deriva en el espacio. Como tenía capacidad de vuelo, a partir de ese momento buscó a Kal-El por todo el cosmos, pues estaba presente en el momento del lanzamiento del cohete y sabía que se encontraba vivo en algún lugar. Para cuando consiguió localizarle, Superboy ya contaba con 12 años. El nuevo cometido del robot profesor fue evaluar el control que el niño kryptoniano tenía de sus poderes, pues de haber representado algún peligro para los habitantes de la Tierra le habría prohibido utilizarlos. Lo más importante fue valorar su actitud y su responsabilidad. Clark pasó el cuestionario sin problemas, y el androide al no tener ningún objetivo que cumplir se marchó al espacio en busca de alguien necesitado de sus enseñanzas (Adventure Comics #240, reeditado en Giant Superman Annual #5 y en DC Super Stars Giant #12, publicado por Novaro en Supermán #164 y en Supermán Extra Mayo 1963).
Pero el robot maestro volvió años después para comprobar el nivel de madurez que había adquirido el Chico de Acero. Le sometió a una durísima prueba psicológica tras la cual dejó de ser Superboy para ser Superman. El profesor metálico se volvió a marchar de nuevo, esta vez para nunca volver (DC Super Stars Giant #12, inédito en España). La prueba consistió en hacer que Clark se enamorara de una chica que moría accidentalmente por la pedrada de un bigfoot. Comprendiendo que la pobre bestia no sabía lo que hacía, Superboy resistió el tremendo impulso de matarla, y el androide le reveló que la muerte de la muchacha había sido simulada. Ella se encontraba hipnotizada, ni siquiera su nombre era auténtico, y por descontado lo olvidaría todo. En 1977 Superman volvió a encontrarse con la misma chica en un avión trabajando de azafata. Ante la pena de Clark, ella seguía sin recordar nada y no le reconoció.
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Texto de Nacho Jordan, formato de Mariano Bayona (2019)
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