4. LA FAMILIA EL Y LA HISTORIA DE KRYPTON. PARTE 1.
Desde el mismo momento de la fundación de la casa El su historia estuvo fuertemente ligada a la del planeta. Algunos de los antepasados de Superman de los que vamos a hablar habían sido mencionados en varias aventuras, como Sul-El, Hatu-El, Val-El, Tala-El o Gam-El (en Adventure Comics #313, publicado por Novaro en Supermán #456; o en Superboy #136, publicado por Novaro en Supermán #701). En la ya mencionada miniserie Krypton Cronicles aparecen todos ellos y otros miembros de la familia cuyas historias se desconocían hasta ese momento.
El fundador de la dinastía y posiblemente el más importante de todos fue Erok, el cual compartía un gran parecido físico con Kal, su padre, sus tíos y sus primos. Eran unos tiempos de total barbarie, y Erok adquirió superfuerza gracias a una pócima del brujo Diom. Utilizó sus poderes sólo para demostraciones de fuerza y aterrorizar a las tribus enemigas, las cuales le tomaron por un dios y se sometieron de forma incondicional. Así fue unificado bajo su mando todo el continente de Urrika. Lejos de abusar de su posición, el sabio guerrero prohibió el canibalismo y los sacrificios humanos, llevando la civilización a donde antes sólo había salvajismo. La fecha de su subida al trono significó también el comienzo del calendario kryptoniano, el cual, como sabemos, llegó hasta el año 10.000. Hay que señalar que 1.000 años kryptonianos equivalían a 1.400 terrestres debido a la diferencia de tamaño entre los dos planetas. Erok se casó con Milia, madre de su hijo Kal, que en kryptonés significa “hijo”. Al recordar que era hijo de Tomnu, hijo a su vez de Rugad, a su vez hijo de Feln, Erok comprendió lo tedioso de memorizar los nombres de los ancestros, de modo que fue también el inventor del apellido. Como las estrellas le habían sido favorables, eligió como apellido familiar El, que quiere decir “estrellas” en kryptonés. De modo que Kal-El significa “hijo de las estrellas” y Superman en realidad es Kal-El II. Sorprendentemente, en las mujeres el apellido consistía en el nombre completo de su padre, por eso el nombre kryptoniano de Supergirl no es Kara-El, sino Kara Zor-El.
Durante 20 generaciones los El gobernaron Urrika. La mayoría fueron monarcas justos, pero también hubo unos pocos tiranos, como Wab-El y su hijo Vad-El. El hermano menor de Vad, Hyr-El, se enfrentó a él y fundó Erkol, la ciudad más antigua de Krypton. Los hijos de Hyr fueron el profeta Jaf-El y el naturalista Tio-El. Cuando el continente fue arrasado por un diluvio de 34 días que Jaf atribuyó a la ira del dios Rao, muchos lograron salvarse gracias a los estudios de Tio, quien no temía a unas bestias aladas que aterrorizaban sin fundamento a la población kryptoniana. Tio supo comunicarse con esos animales, quienes gentilmente llevaron sobre sus lomos a los dos hermanos y a una buena cantidad de kryptonianos hasta las cumbres del monte Mundru, el más alto del planeta. Cuando bajaron las aguas, los supervivientes pudieron iniciar la reconstrucción de su civilización. En la Tierra Noé salvó a los animales, pero en Krypton los animales salvaron a las personas.
El hijo de Tio, Bur-El, archivó y preservó los descubrimientos de su suegro, el gran sabio Kil-Gor. Sus investigaciones fueron de gran transcendencia, pues Kil fue el inventor del primer reloj de arena. Para otros de sus hallazgos, como las lentes de aumento o las agujas que siempre apuntaban al Norte, no se encontraron aplicaciones prácticas hasta muchos años después. Pasaron unas cuantas generaciones, y Val-El ideó la brújula utilizando las anotaciones de Bur sobre el descubrimiento de Kil-Gor. Gracias a sus antepasados Val se convirtió en el primer gran explorador de los mares de Krypton. Por aquellos años, Urrika había establecido contacto al Oeste con la isla de Nioz y con el continente Twenx, bastante próximos, pero el Océano Dandahu, en el Este, era territorio desconocido. Al contrario que Cristóbal Colón, que navegó hacia el Oeste, Val-El tomó con sus barcos rumbo Este, llevando consigo a su hermano Tro-El. A diferencia de los navegantes y descubridores de nuestro mundo, las tripulaciones eran mixtas, de hombres y mujeres. El primer gran hallazgo del viaje fue la isla Vathlo, el único lugar de Krypton cuyos habitantes eran de raza negra. Un monstruo acuático destruyó uno de los cuatro barcos, y aunque la mayoría de los marinos fueron rescatados, uno de los fallecidos fue un competente navegante, el capitán Ar-Go. Poco después Tro-El mostró sus verdaderas intenciones, pues quería arrebatar a su hermano el mando de los barcos para dedicarse a la piratería. El motín fue sofocado y Val abandonó a su hermano y a sus seguidores en otra ínsula, Bokos, que sería en adelante un territorio aparte del resto de Krypton, y donde la única ley sería el robo y el delito. Más adelante volveremos a hablar sobre esta isla. Finalmente Val y sus hombres y mujeres alcanzaron el gran continente Lurvan, por aquel entonces totalmente deshabitado. Decidieron establecerse allí, fundando una ciudad que llamaron Argo en memoria del capitán del barco perdido. Se puede decir que con Val-El arranca la historia oficial de Krypton, porque a partir de este momento temporal se cuenta con verdaderos registros documentados.
Pasaron unas cuantas generaciones más hasta que otro El volvió a tener un papel destacado en la historia del planeta. En 6.819 Sun-El inventó el telescopio, gracias a las anotaciones de Bur-El sobre los descubrimientos de Kil-Gor, pues aún se conservaban estos escritos. Utilizando su creación, Sun percibió la llegada de un ataque del espacio exterior. Pero al igual que le sucediera a Jor milenios después, nadie le hizo caso y fue blanco de burlas. Sin encontrar resistencia, los alienígenas Vrangs (su primera mención fue en Superman #176, publicado por Novaro en Supermán #524 aunque inédito en España) invadieron y sometieron Krypton. Sus habitantes fueron esclavizados y forzados a trabajar extrayendo cristales de las montañas de gemas. Sun-El fue sin duda uno de los miembros de la casa El que tuvo peor suerte. De nada sirvió que todo el planeta se diera cuenta de que tenía razón, el mal ya estaba hecho y lo último que se supo de él fue que estaba trabajando en la extracción de gemas junto a su hijo Hatu. No se sabe a ciencia cierta si los Vrangs le dejaron libre al envejecer y no ser apto para el trabajo, o si falleció en las minas de cristal. En cualquier caso, debió de ser para él muy duro morir viendo a su hijo convertido en un esclavo.
La ocupación de los Vrangs duró hasta 6.832 (es decir, unos 18 años terrestres), cuando el gran héroe Val-Lor se atrevió a rebelarse. Le costó la vida, pero su ejemplo inspiró a los kryptonianos para perder su miedo y enfrentarse a los invasores hasta que sólo unos pocos lograron escapar en sus naves. El líder de la lucha armada fue el ya conocido Hatu-El, otro miembro de la familia muy parecido físicamente a Superman. Al advertir que las armas arrebatadas a los Vrangs quedaban inservibles si no se recargaban de energía eléctrica, Hatu se convirtió en un gran inventor al idear el primer generador de electricidad. Sin duda Sun-El sonrió en su tumba al verse vengado por su hijo. Parece bastante probable que las naves y tecnología capturadas a los invasores en retirada ayudaran a acelerar el desarrollo de Krypton.
El rencor entre las dos especies fue para siempre tan intenso que se transmitió de generación en generación. Los Vrangs no se atrevieron a volver jamás a Krypton, y siglos después se alegraron de la destrucción del planeta de sus eternos enemigos. Cuando una nave de guerra Vrang descubrió que en la Tierra había kryptonianos vivos, sus tripulantes no dudaron en viajar a nuestro mundo con la intención de lograr su absoluta extinción. Cometieron el error de no ir primero a su planeta natal en busca de refuerzos. El odio mutuo era tan visceral, que unos pocos criminales comandados por Zod escaparon de la Zona Fantasma para prevenir y ayudar a Superman en la batalla que tuvo lugar contra los invasores (Action Comics #548 y 549, publicados por Zinco en Superman vol. I #27 y 28). Todos los Vrangs de aquella nave murieron en el enfrentamiento, pero no podemos olvidar que en algún lugar del cosmos continúa habiendo un mundo habitado por unos seres cuyo odio hacia los kryptonianos nunca desaparecerá.
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Texto de Nacho Jordan, formato de Mariano Bayona (2019)
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