"Todos se olvidaron de Superman, pero no de su sexualidad ".
Columna de opinión escrita por Alejandra M. Jover Tovar el
17 de octubre de 2021
A cuatro meses de mi nacimiento, Christopher Reeve voló a tomar en brazos a una espantada Margot Kidder mientras caía del tope de un edificio en "Superman, la película", la épica de Richard Donner y escrita nada menos que por Mario Puzo, que tocaba temas como el terrorismo, lo que significaba "ser estadounidense" y el patriotismo de una nación que, en ese momento, todavía se estaba lamiendo las heridas de la Guerra de Vietnam y necesitaba algo, lo que fuera, para levantar la moral.
Necesitaban un héroe. El mundo necesitaba un héroe, y ahí volvió Superman, creado en 1938 por Jerry Siegel y Joe Shuster para "Action Comics" y quien, desde entonces, no ha dejado de luchar por "la verdad, la justicia y el estilo de vida 'americano'" (y aquí, para propósitos de claridad, les recuerdo que América es un continente, no un país. Sigamos).
Repasemos unos puntos, entonces.
Lo más obvio es que Kal-El no es estadounidense. De hecho, es extraterrestre. De bebé, la nave que lo salvaba de la explosión de Krypton, su planeta natal, aterrizó en Kansas, Estados Unidos, en lo que los estadounidenses llaman el "Heartland": vida sencilla y trabajadora, sembradíos de trigo y temor a Dios. éste era el escenario perfecto para que Clark Jerome Kent, el nombre que le dieron a aquel bebé kryptoniano, se convirtiera en "americano" (de nuevo, el término correcto sería estadounidense).
Superman, o El Hombre de Acero, como se le conoce en español, ha luchado contra todo, desde ladrones de poca monta hasta regímenes genocidas como el Nazismo. La historia se adapta al enemigo de Estados Unidos del momento, y resaltar punto por punto todas sus hazañas tomaría décadas.
Lo que sí siempre quedó claro es que Superman era bueno, justo, valiente y profundamente patriota. Y allí, para reportar toda su magnificencia, estaba la mejor reportera del mundo, Lois Lane, quien, siguiendo el canon de la era, tenía que ser salvada constantemente por el Hombre de Acero. La damisela en apuros y su galante caballero que, de casualidad, volaba.
Saltemos, entonces, a "mi" Superman. Mi amor por este personaje vino de la mano de Reeve. Yo, como hija de los 80s, consumía mis héroes por televisión y cine. De todos, Kal-El fue el que me robó el corazón y, desde entonces, lo sigo en la pantalla grande y chica (y ahora, el "streaming").
Ahí entra Dean Cain, quien junto a Teri Hatcher encarnaron a los personajes titulares en "Lois and Clark: The New Adventures of Superman", en la década de los 90.
Yo, y me imagino que el 90% de la población femenina que veía el show, me enamoré perdidamente de Cain. Lo que sí vi desde el inicio es que este actor era un excelente Clark, pero un pésimo Superman. En el caso de Reeve, a mí entender, era al revés.
Así que, en esa ocasión, logré enfocarme en Clark y creo que ése era el punto de la serie: amar al hombre y no al héroe. Incluso, en el episodio "Tempus Fugitive", de 1995, él mismo le dice a Lois con frustración: "Superman es lo que puedo hacer. Clark es quien soy".
Desde que terminó la serie (en mi opinión, de forma extremadamente atropellada y aburrida), han habido intentonas de revivir a Superman. Creo que la mejor fue "Smallville", con Tom Welling como Clark, Kristin Kreuk como Lana Lang y Michael Rosembaum como un excelente Lex Luthor.
He visto, además, las películas, y "Superman Returns", de 2006 y con Brandon Routh a la cabeza (y, para ser justos, un soberbio Kevin Spacey hasta que cayera en las pailas del escarnio público, donde merece pudrirse), fue bastante efectiva en devolverle el héroe al imaginario público. Las demás no me han impresionado y algunas ni las vi.
Superman dejó de ser "trending topic" con la aparición del Batman de Christian Bale, el Aquaman de Jason Momoa, la Wonder Woman de Gal Gadot y hasta el Joker de Joaquin Phoenix, que hasta un Oscar se llevó. (Por respeto a la audiencia de esta columna, no me meteré en las aguas de Marvel).
Superman era periódico de ayer... hasta ahora.
DC Comics anunció esta semana que Jon Kent, hijo de Clark y Lois, es bisexual y se enamora de Jay Nakamura, reportero y "hacktivist". No entiendo por qué esto habría de ser noticia, a este punto del partido, y no pasar como mera anécdota. Pero el mundo (de los homófobos) implosionó.
Yo ni sabía de la existencia de Jon. Me acabo de enterar que ya había salido en 2015, y me imagino que, como yo, millones de fans que no leen los cómics y prefieren las versiones cinematográficas o televisivas tampoco se enteraron de su existencia hasta ahora por el "escándalo" (y estoy siendo bien sarcástica) de que un adolescente de 17 años se enamore de otro varón en pleno siglo 21.
Miren a su alrededor. El mundo cambió hace tiempo, precisamente, porque mi generación, y la que vino antes de la mía, hizo el trabajo de defender y alzar la voz por los derechos de la comunidad gay (ahora LGBTTQIA+). Gracias a eso, los adolescentes de hoy se sienten empoderados y seguros al expresar su sexualidad, y en vez de ser un motivo de orgullo por todas las luchas ganadas y la sangre literalmente derramada para impulsar un mundo con más equidad, para demasiados la decisión de una editorial de cómics es un apocalipsis.
Entre ellos, para Dean Cain. Y aquí cierro el círculo:
Cain -quien es republicano y cristiano- se pronunció al respecto (francamente, no sé ni quién le preguntó) y en su diatriba desdeñó que "Superman" ahora fuese bisexual y que se estaba tratando de acomodar su historia a la "agenda gay".
En su columna de opinión para Real Clear Politics, salió con la joya de que en vez de "reacondicionar" al personaje para entrar en la "agenda bisexual", que por qué no se creaba uno nuevo.
Ah, Dean: es que Jon no es Clark. Jon es su hijo, tiene 17 años y ahora fue que descubrió su bisexualidad, como ocurre a cada segundo en todas partes del mundo y, no lo olvides, en tu amado Estados Unidos.
Cuando en 2016 me enteré de las inclinaciones políticas de Dean Cain, empezó a desagradarme y, ahora con esto, salió definitivamente de mi panteón de "actores que me matan". No, ya no estoy enamorada de Cain. Sigo enamorada de su Clark Kent y del Superman de Christopher Reeve. Pero Clark/Superman son personajes ficticios, y los efectos de las palabras de Cain son reales.
A ésos sí hay que tenerles miedo.
Alejandra M. Jover Tovar
