El martes 9 de abril de 2019 fui a comer al restaurante "Pa i Trago" que está muy cerca de mi casa y en el que solía comer 1 ó 2 veces por semana (a veces más) y domingo sí, domingo no, pues los domingos los alternaba con otros restaurantes con mis hijos. El viernes 12, vuelvo a ir al "Pa i Trago" y me lo encuentro cerrado con un cartel que decía "Cerrado por jubilación". Mi sorpresa no tuvo límites pues resulta que había estado comiendo el último día que dieron servicio y no me comentaron nada. Me dieron los buenos días al entrar, sonrientes como cliente antiguo que era y lo mismo el adiós al marcharme, pero no "se dignaron" avisarme de que aquella había sido la última comida que hacían, despedirse, decirme algo, no sé, después de ir durante tanto tiempo, que tenía mi mesa asignada pues siempre iba a primera hora. No lo entiendo y sinceramente, me produjo unos primeros días de "duelo" pues me arrancaron de golpe y sin avisar (pudiendo haberlo hecho), una parte de mi rutina vital, el trato con los camareros, con los mismos dueños que siempre habían sido muy simpáticos conmigo, con algunos clientes que éramos fijos.
Rememorando, me hago consciente ahora, de que aquel martes sí sucedieron cosas extrañas, como el cliente que se sentaba a mi izquierda (no quiero mencionar nombres de nadie), que ése día al entrar estaba hablando con el dueño y estuvo mucho rato. Cuando se sentó a mi lado yo ya estaba terminando el segundo plato, pero me saludó sin comentarme nada. También oí la orden que se les dio a los camareros de que si alguien pedía flan de postre se le llevara en primer termino crema catalana y cuando la crema se terminara dar salida a los flanes; el hecho de que platos que siempre habían tenido, aquel día, cuando diferentes clientes lo pidieron, les dijeran que no tenían. Pero cuando terminé de comer me fui, me dijeron adiós pero no me comentaron nada. Claro, los camareros todos con antigüedad suficiente, no sé en qué condiciones se irían y cómo se sentirían aquel día y si el dueño no me había dicho nada, imagino que ellos se sentirían cohibidos para comentar nada al respecto. Hasta la chica del quiosco (repito que no quiero mencionar nombres) lo sabía, un quiosco que siempre estuvo en la esquina de Parlament con Borrell hasta que se abrió el restaurante "Sucursal Aceitera" que lo obligó a cambiarse a la esquina de la calle Manso, para disponer de más espacio y que son quienes se han quitado de en medio al "Pa i Trago" para seguir avanzando en su particular proceso de "gentrificación", como dice el artículo de El Periódico de Catalunya.
He escaneado la portada del libro "Carrer Parlament" en su ratio normal 1.1 y ampliado la portada de atrás y las dos solapas que contienen texto para facilitar su lectura. La semana pasada se mencionó este libro en "El Periódico de Catalunya" y rápidamente lo compré por Amazon y hoy me ha llegado y en menos de dos horas lo he leído. Como persona que vive en el Carrer Parlament desde hace casi 20 años, me trasladé en el año 2000 con mi esposa e hijos después de haber vivido en la calle Rocafort, antes en la calle Jovellanos, antes en la calle Bot y antes en Fabra y Puig.
Viviendo en frente (más o menos) de la Horchatería Sirvent y teniendo hasta hace poco como vecinos al Restaurante "Pa i Trago" que acaba de desaparacer del universo de la calle Parlament y habiendo recorrido en ambos sentidos los 350 metros de esta calle, que va desde la Ronda de Sant Pau hasta el Paralelo, por las dos aceras de la calle, me quedo asombrado al no reconocer lugares que Pol Rodellar menciona en su novela, claro que la realidad es que siempre voy ensimismado en mi propio mundo interior y la verdad es que no soy del tipo de personas que se fija en las paredes de los edificios de las calles por las que circula. Tampoco soy del tipo de persona que sale a tomar copas y se para en las terrazas de los cafés y la verdad es que es mucho mayor el número de veces que salgo de casa y me dirigo a la Ronda de Sant Pau para ir a coger el metro de la línea 7, que en la dirección contraria para ir al Paralelo y coger la línea 3.
Dejando aparte la desaparición del Pa i Trago, tan sólo recuerdo la desparación de otro restaurante, del que ya he olvidado el nombre y al que íbamos los sábados con mi mujer a comer unas paellas excelentes, inmejorables, que hacían. Luego, un día cualquiera despareció sin avisar, se sustituyó por otro dueño, se cambió el nombre a "Mar y Montaña" y las paellas ya no valían gran cosa por lo que me perdieron como cliente.
Muchas tardes, anteriores al año 2012 en que mi esposa cambió de dimensión, pasábamos largos ratos asomados al balcón, charlando y viendo pasar a los transeuntes por las dos aceras del tramo entre Sant Pau y Borrell. Luego, después de esa fecha, ya no he vuelto a salir nunca al balcón. Afortunadamente me atreví a poner aire acondicionado cosa que representó un gran alivio pues los años anteriores, en las épocas de verano, tal como explica Pol Rodellar, el calor te hacía sudar demasiado. Y sí, tal como termina Pol Rodellar su libro, poniéndonos en un plan cósmico, dentro de unos años todo será diferente, yo habré cambiado de dimensión, pero la vida continuará y los contínuos cambios de vecinos y de establecimientos también y quién sabe cómo será la calle Parlament dentro de 100 años y si seguirá existiendo.
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