Este comic argentino está muy asociado a algo que para mi fue un misterio durante muchos años de mi vida. Yo empecé a coleccionar los comics de Superman en Amposta (Tarragona), comics que me llamaron la atención por ser a todo color en su interior y con formato vertical en contraposición a la mayoría de tebeos autóctonos que eran en blanco y negro y apaisados. Los comics de Superman llegaban puntualmente cada semana a la librería.
Al cabo de tres años de coleccionar, un día conocí a un chico que vivía al final de la calle que era continuación de la que yo vivía y que nunca me atrevía a llegar hasta el final porque me daba un poco de miedo de alejarme tanto de mi casa.
De adulto y regresando a Amposta me di cuenta de que aquello era una distancia muy corta en comparación con las calles de Barcelona, pero la diferencia estaba en que era un niño típico de finales de los años 50.
El caso es que el mencionado chico tenía un comic de Superman totalmente inusual. En lugar de ser en formato vertical con 36 páginas a todo color, era en formato apaisado en blanco y negro en el interior y con 86 páginas.
Conseguí el comic de Superman cambiándolo por una colección completa de 16 ejemplares cuyo nombre no recuerdo.
Cuando en 1960 mis padres se trasladaron a vivir a Zaragoza, durante el trayecto se perdieron todas las cajas de comics (o al menos eso me dijeron ellos y yo con 12 años me lo creí). Siendo coleccionista de Superman durante toda mi vida, siempre tuve en el recuerdo aquel comic apaisado que había conseguido en Amposta y por mucho que estuve preguntando en librerías especializadas de Barcelona y a gente introducida en el tema, nadie conocía ese comic que yo describía en el que se veía la cabeza de Superman en la portada y la primera aventura era la primera aparición del malvado Brainiac.
Mucho tiempo después, con más de 45 años en la espalda, conocí por correo postal a un amigo de San Luis (Argentina), Juan Masamoto, aficionado a Superman como yo. Un día comentándole esta historia en la que le decía que había llegado a pensar que era una fantasía de mi niñez, algún falso recuerdo, me encontré con la sorpresa de que sí existía ese comic, que había sido publicado en Argentina por Muchnik Editores y él lo tenía y me mandó una copia. Aquí puedes ver la portada del mismo y que en mí está asociada con el final de aquella calle misteriosa de mi infancia llamada "calle del Grau". Hacienco click
aquí podrás ver partes del interior con Brainiac embotellando las ciudades y su versión moderna. (Usa el botón ATRAS del navegador para regresar a esta página).