ODIO LA PLAYA
ODIO LA PLAYA

Odio la playa

Hoy estaba en el retaruante del Paralelo donde con frecuencia bisemanal voy a comerme una paella marinera o mixta y, como siempre, leo el Periódico de Catalunya mientras me hacen la paella, lo interrumpo mientras me la como y después lo sigo leyendo tomando de postre un café descafeinado, ahora en verano con hielo y un chupito de Cardhu natural. Este domingo, en la primera parte de la lectura, es decir, antes de que me trajeran la paella, he leído un artículo escrito por Risto Mejide, con el que me he sentido plenamente identificado. Pienso y siento exactamente lo mismo para ser más exacto, en mi caso, diré que la última vez que fui a la playa fue en Menorca, en una cala inolvidable llamada "Sa Caleta", muy cercana al apartamento donde veraneaba con mi familia y a la que cuando fuimos por primera vez, afortunadamente en los primeros días de la primera semana (de dos) de vacaciones, ya seguimos yendo cada día y siempre en nuestro horario favorito, de 9 a 11 por la mañana y de 7 a 9 por la tarde, con lo que se ganaba en tranquilidad, muy poca gente y poco peligo de quemarse la piel.

Como aquello ocurrió en 1997, no sé si desde entonces a ahora que estamos en 2015, se haya perdido la cristalinidad de sus aguas o la invasión del turismo debido a que se hayan edificado apartamentos turísticos cercanos o la contaminación de los yates privados que ya entonces contaminaba las aguas de Cala Santandria que fue la primera cala a la que fuimos tan sólo un par de dias al descubrir un poco más allá "Sa Caleta". Por supuesto que el artículo tiene plena vigencia para las playas de Barcelona a las que hace muchísimos años que dejamos de ir, y recuerdo la experiencia positiva de las playas de Tarragona, pero eso era en el primer lustro de los 70 y la juventud y la todavía ausencia masiva del turismo las hacía soportables. No he conocido, como mi hija y su pareja, playas paradisíacas de otros países en los que hay una excepción a la regla, pero como el artículo habla en general y pone como ejemplo las playas de Barcelona, estoy totalmente de acuerdo y me ha hecho sentir con agrado que todas las palabras del autor coincidían con mis experiencias. Pese a todo, creo que en cualquier playa que se vaya de 12 a 6 de la tarde y que esté masificada por el turismo, por cristalinas que sean sus aguas, el efecto negativo de "contaminación humana" es el mismo.


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Esta página está dedicada a mi esposa y madre de mis hijos, Dolors Cabrera Guillén, compañera, amiga, amante e inspiración de toda mi vida, que pasó al Otro lado por cáncer el día 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y actualizada por seguir su última voluntad, ya que conociéndome, antes de morir, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web. Nunca será olvidada por cualquier persona que la haya conocido tan sólo una única vez simplemente porque siempre se volcó en hacer felices a los demás.

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